Apenas han pasado unos meses desde que de repente, como si nada hubiese pasado, la fiebre por la balsa de Ecuador se calmó. Pero las consecuencias de dos años de extracción frenética de esta madera son visibles y preocupantes.
La demanda se disparó porque inversores chinos, animados por un subsidio estatal, llegaron con mucho dinero para hacerse con toneladas de esta madera, demandada para fabricar aspas de generadores eólicos.
La urgencia por la materia y la falta de vigilancia del gobierno ecuatoriano debido a las restricciones por la pandemia contribuyeron a desatar el caos, entre otros territorios, en la provincia de Pastaza, una de las zonas de mayor riqueza natural de la Amazonía y donde se concentran decenas de miles de hectáreas de esta especie.
El boom de la balsa (conocida como balso en otros países) llena los bolsillos de muchos, pero también deja problemáticas a su paso.
La tala frenética de los últimos meses amenazó el hábitat de animales protegidos, aumentó la extracción ilegal, precarizó trabajadores y dividió comunidades indígenas, dicen diferentes fuentes consultadas. Pero al mismo tiempo se muestra como una oportunidad para el desarrollo de proyectos forestales en otras geografías, como lo ha hecho Ecuador pionero en el desarrollo y transformación de esta especie.

Apenas 150 millones de dólares han bastado para hacer de Ecuador el líder mundial en el negocio de la madera balsa, más liviana que todas las demás maderas y más incluso que el corcho. La cifra mencionada, que corresponde a 2015, fue del doble que dos años antes y la que ha situado al país latinoamericano a la cabeza de la producción y exportación de este material, que gracias a su peso y resistencia se usa a nivel internacional en turbinas eólicas, en el revestimiento de cruceros, en tablas de surf, en esquís, en caravanas e, incluso, en puentes para vehículos. Aunque es un pequeño nicho dentro de la oferta forestal mundial, el país, de apenas 16 millones de habitantes, ya es un referente de la industria que utiliza la madera balsa, que le augura un extraordinario potencial.
Las turbinas de los molinos se fabrican con madera de balsa, porque es más barato que el metal y más resistente que el plástico gracias a la capacidad del material vegetal de adaptarse y recuperar su estatus original en días de fuerte viento, se aprobó la política forestal que incentiva a los agricultores a plantar árboles para evitar la deforestación de los bosques nativos en Ecuador.
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